Con el avance del calendario electoral, la demanda de dólares tiende a intensificarse. Pero según explicó la presión sobre el mercado cambiario no comenzó ahora, sino a principios de año, con un incremento en los viajes al exterior y en las compras internacionales, que generaron un déficit en la cuenta corriente.
Hasta abril, el gobierno utilizaba una suerte de “tabla” que establecía aumentos periódicos en el tipo de cambio, con la intención de contener la inflación. Sin embargo, ese esquema terminó dejando al dólar rezagado.
Frente a esta situación, en abril se implementó un cambio de estrategia: se abandonó el esquema rígido y se adoptó un régimen de flotación administrada, en el que el dólar puede moverse dentro de una franja determinada por la oferta y la demanda. En paralelo, se levantaron algunas restricciones sobre la compra de divisas para personas físicas.
El resultado fue inmediato: el dólar comenzó a subir y a acomodarse, pero sin que ese movimiento se tradujera en un aumento generalizado de precios, lo que marca una diferencia respecto de experiencias anteriores en la economía argentina.
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