¿Qué son los antibióticos?
Los antibióticos son medicamentos diseñados para combatir infecciones causadas por bacterias. No tienen efecto sobre virus (como los de la gripe o el resfriado). Su función es frenar el crecimiento bacteriano o destruir directamente a las bacterias patógenas.
El primero de estos fármacos fue la penicilina, descubierta en 1928 por Alexander Fleming a partir de un hongo del género Penicillium. Sin embargo, su aplicación clínica no se desarrolló hasta más de una década después, en los años ’40, cuando se logró su producción masiva.
Familias de antibióticos y sus usos
Los antibióticos se agrupan en familias según su estructura química y su mecanismo de acción. A continuación, un resumen de las principales:
Penicilinas: como la amoxicilina y la penicilina G. Son eficaces contra infecciones respiratorias, infecciones de piel y algunas infecciones urinarias. Tienen bajo nivel de toxicidad y son de los más utilizados.
Cefalosporinas: divididas en generaciones, se usan en infecciones respiratorias, urinarias, meningitis, entre otras. Ej: cefalexina, ceftriaxona.
Macrólidos: como la eritromicina o la claritromicina. Se usan en infecciones respiratorias y de piel, especialmente en pacientes alérgicos a la penicilina.
Quinolonas: como ciprofloxacina o levofloxacina. Se indican en infecciones urinarias, gastrointestinales y respiratorias. Su uso debe ser muy controlado por sus efectos adversos.
Tetraciclinas: como la doxiciclina. Se usan en infecciones de transmisión sexual, acné y algunas zoonosis. No se recomienda en embarazadas o niños.
Aminoglucósidos: como la gentamicina. Son potentes, usados en infecciones graves hospitalarias. Pueden ser tóxicos para riñones y oído, por eso su uso debe ser estrictamente controlado.
Cada antibiótico actúa de forma específica y no todos sirven para cualquier infección. De ahí la importancia de la prescripción profesional.
Automedicación y resistencia: un problema creciente
Ariel Asis advierte sobre una práctica peligrosa y muy común: la automedicación. Tomar antibióticos sin receta, reutilizar restos de tratamientos anteriores o usarlos “por las dudas” genera consecuencias graves:
No curan enfermedades virales.
Desarrollan resistencia bacteriana: las bacterias se hacen más fuertes, se adaptan y ya no responden a los medicamentos.
Esto puede derivar en infecciones intratables, mayor riesgo de complicaciones, más internaciones y mayor mortalidad.
¿Cómo usar correctamente los antibióticos?
El uso responsable de los antibióticos implica:
Usarlos solo con indicación médica.
Respetar dosis, frecuencia y duración del tratamiento.
No suspender el tratamiento aunque los síntomas mejoren.
No compartir antibióticos con otras personas.
No guardar restos de tratamientos para otra ocasión.
Consultar siempre al médico o al farmacéutico ante dudas.
A continuación la nota completa.